Dulces Sueños - Donde ser pequeñ@ aún es posible

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Quizás


Quizás sea hora de dejar de pensar.

Quizás sea hora de relajarse.

Quizás sea hora de dejar todo.

Quizás sea hora de darle una patada a todo aquello que no nos hace sentir bien.

Quizás sea hora de dejar de escuchar las estupideces que dicen aquellos que no nos conocen.

Quizás sea hora de pegar un salto de la cama, plantarnos frente al espejo y sonreírnos a nosotros mismos.

Quizás sea hora de reírse de todo lo que hace que nuestra cabeza gire, gire y se maree.

Quizás sea hora de olvidarse de los problemas que dan los hombres.

Quizás sea hora de olvidarse de los problemas que dan las mujeres.

Quizás sea hora de encontrarnos y recordar lo que nos hacía soñar y desear más y más.

Quizás sea hora de sacarle la lengua a cualquiera como cuando éramos niños.

Quizás sea hora de saltar sobre los charcos de agua y barro mientras gritamos.

Quizás sea hora de abandonar la monotonía y arriesgarnos aunque tengamos miedo.

Quizás sea hora de decir la verdad y querer cambiar las cosas.

Quizás sea hora de ser como somos.

Sin ataduras, sin barreras, sin prejuicios, sin vergüenza.

Sí, sí.

Yo creo que es la hora de ser libre y vivir sin temores.

Levanta la cabeza, mira el cielo y enséñale tu mejor sonrisa al sol.

Hoy es nuestro día.





Sueños...


Sentada en un mullido sillón alrededor de una pequeña mesa de madera escribo en mi ya mejor confidente todo aquello que me pasa por la cabeza o me pasó alguna vez. Odio, dudas, amor, felicidad… Sueño con un futuro en el que mis palabras son compartidas a través de la mirada de miles de lectores. Sueño que sus corazones laten con cada recuerdo y sentimiento que plasman unas pocas hojas de papel. Unas frágiles y delicadas hojas de papel, que me ceden el privilegio de contar en ellas historias que hagan sentir y vivir a las personas historias similares o diferentes de las suyas en lugares parecidos o distintos de los suyos. Compartir sensaciones a través de una fina línea: ese fino e invisible hilo que conecta mis palabras y sentimientos con la mente de aquellos que se atreven a aventurarse en un libro ajeno, en una vida ajena, en una realidad ficticia que les puede resultar insípida o magnífica, insuficiente o completa, ordinaria u original.


Sueños que se pierden en mi mirada a través de los cristales de la ventana. Sueños que a veces resultan fortificantes y a veces extenuantes. Sueños que pueden perderse en mi memoria durante semanas y reaparecer con la fuerza de una tormenta veraniega. Sueños… quizás sólo eso… sueños. Un sueño más que sumar.

Son tan bellos cuando te dejas llevar por ellos en un viaje cuyo retorno desconoces, pero del cuál deseas saborear cada instante y preservar cada uno intacto para, así, poder abrirlo en un cálido rincón cuando estés a solas y cuando sólo a ti más te apetezca...que no sé cómo sobreviviría sin ellos.

Al mismo tiempo sé que pueden dejarte un sabor amargo cuando te aterrizan de nuevo en el frío y árido suelo de la auténtica realidad. Me maravillan. Son magníficos y fascinantes. Son enérgicos y crueles. Son la forma de aquellas cosas que más deseamos y a veces no somos capaces de alcanzar por miedo a los retos que se han de afrontar.

Ellos son bellos. Nosotros muchas veces somos cobardes.







Ras, ras


Lápices, goma, sacapuntas, hojas, bocetos, torso, busto, rayas, curvas, líneas. Hojas por el aire, el sonido del incansable lápiz, el rasgar de la mina en el papel, bolas de papel. Ya no descansa, algo la posee, ella ya no manda, ella ya no decide, ella ya no es ella. Algo la domina, algo que ella desconoce, algo demasiado fuerte como para que pueda escuchar la voz de los que la llaman. Un deseo irrefrenable y un miedo a la vez: el de no querer olvidarle. Se ha aferrado al pasado de tal manera que sólo vive para lo que fue pero ya no es, para lo que existió pero no volverá jamás. Teme olvidarle. Teme no volver a ser la misma. Teme enfrentarse. Teme no poder hacer frente a los nuevos retos sin él. El temor la posee, pero ella no es consciente. Dibuja y esboza día y noche. Retratos en color, en blanco y negro, con acuarela, con carboncillo. Trabaja y dibuja. Sólo piensa en dibujar y cuando trabaja piensa en acabar y seguir dibujando. Seguir sola con lo único que él le dejó: el amor por el arte. Sola en su apartamento dibujando y esbozando, coloreando y pintando sin repetir ni una sola imagen. Aún no se ha dado cuenta, pero ha enloquecido, ha caído en una espiral difícil de superar, ya no actúa ni piensa, se deja llevar. Ahora ya no es ella. Ahora… no es nadie. Lo más cercano a ella recibe el nombre de máquina. ¿La diferencia? A ella no la puede desconectar nadie.

Lobo con piel de cordero


No me gusta el azúcar, ni los dulces ni los pasteles. Si me atrae la condición humana no es precisamente por eso, sino por su oscuridad, su crueldad, su dureza y su afán por engañar con máscaras Venecianas de entre las más bellas. Ese lobo con piel de cordero que todo lo devora a su paso. No nos engañemos, el ser humano es de todo, menos bueno. Es tan instintivo y salvaje como el resto de los animales, es más, me atrevería incluso a decir que él es el más despiadado de todos. Desgarra la piel de los suyos sin importarle nada más que la carne que se pueda llevar a la boca, despelleja con sus garras por simple y puro placer, se afila los dientes allá donde puede sin importarle en qué o quién, saborea a su víctima y se deleita con ella con la peor de las formas: siendo consciente. Él sabe que es cazador por naturaleza y que la presa más débil cae primero. Aquí sólo el más fuerte sobrevive. Aquí sólo el más carnívoro llega a algo.


Durante años el ser humano ha intentado socializarse a sí mismo, pero mejor que nadie, él sabe que eso es imposible. Dentro de él siempre quedará algo. Rabia, orgullo, ira, envidia, ego… Seamos sinceros y admitámoslo, el ser humano es una auténtica bestia que tan sólo se mueve siguiendo sus propios instintos.

¿No es acaso atractivo el embrujo de una mirada? Te transporta, te enseña lo que más deseas, te droga y luego… ¿Qué hay tras esa mágica mirada? Pensamientos y el propio ego. ¿Y para qué sirven? ¿Crees que hace falta que te lo diga?

¿No es acaso atractivo el perfume de la dulce sonrisa? Te atrae, te dejas llevar, juegas con sus reglas y luego… ¿Qué hay debajo de esa impecable sonrisa? Dientes y colmillos. ¿Y para qué sirven? ¿Crees que hace falta que te lo diga?

¿No es acaso atractivo la delicadeza de una caricia? Te tiene, ya eres su presa, no te dejará mirar atrás y luego… ¿Qué hay tras la suavidad de esa caricia? Hueso y músculos. ¿Y para qué sirven? ¿Crees que hace falta que te lo diga?

¿Inocente? ¿Bondadoso? ¿Inofensivo? ¿Tú y yo? Permíteme, pero lo dudo.




De nada


Sentados los dos. Uno cerca del otro. Una mesa de cristal los separa. Acomodados cada cual en su sillón. Quietos. Intranquilos. Viendo la televisión. El único sonido que se escucha es la voz aguda y monótona de la presentadora del típico programa que hacen a esas horas de la tarde. Gente que escucha problemas ajenos sin entender ni la profundidad ni la gravedad de las historias personales que ahí se cuentan. Gente que cuenta sin ningún pudor vivencias con la esperanza de llenar el vacío que en su momento nadie llenó. Se oye el aparato eléctrico ronronear como cualquier animal doméstico que se aprecie. Los dedos de la nieta parecer jugar al pilla-pilla en su regazo. Se controla y se queda quieta. Lo le gusta sentirse nerviosa y menos que alguien lo pueda percibir. El abuelo la mira.


- Niña ¿estás bien? ¿Quieres una tila o un té?

- No que va abuelo. Estoy bien, gracias.

Los segundos pasan. Los minutos pasan. La no tan niña no soporta a esa fiera en casa. Oye como tiembla allí abajo en el suelo. En cambio ella tiembla por dentro. Se resigna. Se queda mirando la tele. Fija. Inamovible. Perturbada. No pestañea. Está en blanco.

- Niña, si tienes que hacer cosas vete. Tú tranquila, que yo aquí estoy bien.

- No que va abuelo. No tengo nada qué hacer.

El abuelo se desmorona. Día a día preso y atado. En el fondo quién manda es la máquina. Él la mascota. Ella la dueña. Dueña de la escasa vida que le pueda quedar por saborear. Dueña del aire que él pueda necesitar respirar. Jamás se había imaginado así. Sin poder salir a solas. Sin poder estar a solas. Sin poder ver la tele a solas. Sin poder morir a solas. Ella le llevará al infierno y su nieta lo sabe. Ahora los anuncios. Quince maravillosos minutos de brillante creatividad y puro negocio.

- Voy al baño abuelo. Ahora vengo.

- Vale.

Una gota de agua salada resbala por la mejilla. Otra quiere acompañar a la primera. Se frota. Llorar es de niños se dicen a sí mismos. El abuelo tiembla. Quiere volver a ser libre. Quiere volver a vivir para él. La nieta intenta calmarse. Se mira en el espejo. No le gusta ese reflejo. Sale y vuelve al comedor. Mira hacia el suelo. Ahora anuncian café. El abuelo mira a su niña. Sonríe. La nieta mira a su abuelo. El corazón le late muy deprisa. Quiere decir algo pero duda el hacerlo.

- ¿Estás bien niña?

La mascota sigue donde estaba. Sigue como estaba.

- Abuelo… ¿quieres llevar oxígeno?

Ahora anuncian un coche.

- Es bueno para mí.

- Mi madre no está aquí. ¿Quieres llevarlo o no?

-...

-...

- Uhm..., no.

- Pues trae. Te lo vamos a quitar.

- ¡¿Qué?!

- Has dicho que no lo quieres, pues te lo quitamos y nos vamos al paseo a tomarnos una cervecita. ¿Vale?

Sonríe.

- Vale niña, vale.

El aparato se ha dormido. Ya no ronronea. Ya no tiembla. La emoción se siente. La libertad se refleja. La felicidad se percibe.

- Abuelo ¿qué chaqueta quieres la azul o la gris?

- La gris niña, la gris.

- Apaga la tele y abrígate. Venga, vamos.

Corre el pestillo. Gira la llave un par de veces. Abre la puerta. Mira a su abuelo caminar con pasos lentos pero decididos. Apaga la luz. Cierra la puerta. Encierra a la bestia.

Ahora los dos caminan contentos y sin miedo. Tranquilos. Poco a poco. La brisa les acompaña. La libertad les saluda de nuevo.

- Niña, gracias. Te quiero.

- De nada abuelo. De nada.



¿Hasta que la muerte nos separe? ¿O hasta que la felicidad sea imposible?


¿Por qué hay tanta gente que se empeña en tomarse las palabras y las letras tan en serio? Son eso. Palabras y letras que puedes escuchar y leer o no. No sé vosotros en general, pero yo conozco a muchísima gente, quizás demasiada para mí gusto, que no es feliz. Matrimonios, parejas, rollos, amantes... que no son felices. Viven el día a día desde lo alto de un enorme y grandioso castillo de arena. No saben cuándo se va a desmoronar o cuando el viento será tan continuo que, sin darse cuenta, alguna mañana no habrá arena de la que preocuparse. ¿Qué les empuja a vivir una vida que no les gratifica de ninguna de las maneras?
- Es normal, tienen un hijo. Pobrecito sino, de aquí para allá, una semana con uno, una semana con otro... eso no es marcha para un niño pequeño.
-Seguro que tan sólo es una mala temporada. Todos pasamos por ello. Unas veces bien, otras veces mal... esto es así.
-Va venga, que tampoco es para tanto. Exagerados, que sois todos unos exagerados.
Y yo pienso: Claro, sí claro. Supongo que tienen razón... Pero no es verdad. No creo que la tengan, lo que creo realmente es que nadie se quiere lo suficiente como para sentirse fuerte y hacer frente a los retos a solas. Miedo. Eso es lo que creo.
La gente tiene miedo a empezar desde cero, a buscarse de nuevo la vida, a encontrar amistades, a romper con todos sus esquemas y tener que ir poco a poco haciéndose un nuevo borrador y tener que volver a utilizar un lápiz y un folio en blanco. Pero digo yo, alguien de tan sólo 22 años, optimista y con ganas de sonreír a cada hora aunque el día no lo merezca; si tan sólo tenemos una vida ¿por qué desaprovecharla con continuos problemas y discusiones semanales? ¿Por qué temer al después si hay mucho que ganar? ¿Por qué jugar a no ser felices sin haber intentado serlo? ¿Por qué autoconvencernos de algo que sabemos que desde el principio ya es mentira?
-Claro, tú es que lo ves muy fácil.
- No, las cosas no son así. Hay que pensarlo, hay que ver los pros y los contras. Hay que estar muy seguro.
- Qué bonito sería si todo fuera tan sencillo.
Y vuelvo a pensar: ¿No será que las cosas son más fáciles de lo que pensáis? Pensar es bueno, pero el exceso dudo que lo sea. Ser sincero con un mismo es bueno, luego intentar engañarse no creo que te haga bien. Ser feliz y sentirte vivo es lo más maravilloso del mundo, así que el exceso de rutina y el conformismo no sirven de mucho.
Si tan sólo tenemos una vida (aunque ahora que lo pienso variará según las creencias), yo personalmente, prefiero intentar, equivocarme, reintentar, volver a equivocarme, pensar, dudar, reintentar, caerme, levantarme, sonreír, reír, gritar, llorar, secarme las lágrimas, charlar, salir, ver nuevos lugares, compartir, crecer, ayudar a crecer, escribir, borrar, seguir e intentar, ponerme metas, ir a por ellas, ponerme nuevas metas e ir a por todas a quedarme de pie mirando por la ventana desde lo alto de un castillo de arena.






Iniciando


Hoy día 2 de noviembre de 2009, he conseguido tener las suficientes ganas y el suficiente tiempo como para crear mi propio blog. He de decir que llevaba tiempo rondándome por la cabeza. ¿Pero para qué quiero yo un blog? ¿Tendré tiempo para escaparme y publicar algo? Y más importante aún ¿seré capaz de escribir algo medio interesante? "Para saberlo tendrás que intentarlo", me dice un vocecita. Es verdad.
Me gusta escribir, me gusta aprender, me gusta comparar, me gustan todas esas cosas de crear páginas, organizarlas, ponerles fondos y colores. Vamos, que me encantan todas esas cositas que yo llamo "entretenidas".
Lo primero que me gustaría hacer (vale, sé que no es lo primero que digo, pero sí acerca del blog), es aclarar el título y porque lo he elegido. Puede parecer una pequeña tontería, pero yo pienso que no es así. Que no os engañe lo de "Dulces Sueños - Donde ser pequeñ@ aún es posible". Si he escogido esto no es porque aquí vaya a poner cuentos espolvoreados con azúcar glasé o historias hechas de chocolate, sino porque para mí ser pequeña significa no tener prejuicios ni miedos, sentirte libre y creer que todo es posible, soñar y no tener miedo de lo que imaginas. Eso, es precisamente lo que quiero lograr aquí: escribir, plasmar, compartir y comentar sin temor alguno. Siempre por supuesto contando que soy y somos personas que ya pasamos la pubertad y que saben lo que es ser educad@.
Sinceramente, no sé cómo funciona esto con exactitud, pues ahora mismo me estoy iniciando y soy una novata en toda regla. Tampoco sé si habrá mucha gente a la que le interese o que me lea, pero ahora mismo todo eso no me preocupa. He empezado algo que hacía tiempo quería y eso es lo que realmente me importa (aunque si soy sincera, me gustaría gustarle a alguien ;).
Bueno, lo dicho. Iniciando aventura y bienvenid@s aquell@s que se atreven a compartirla conmigo.

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